Transición energética

La transición energética busca básicamente un modelo energético sostenible, alejándose del modelo no sostenible actual a base de combustibles agotables fósiles que generan un enorme problema climático, aparte de los consabidos y continuos conflictos geopolíticos.

Esta transición se basa en 4 pilares:
1. La eficiencia energética: reducir al máximo la energía necesaria. Implica un cambio de paradigma, ser capaces de hacer lo mismo con mucha menos energía.
2. Las energías renovables: fuentes de energía limpias e inagotables.
4. El almacenamiento de energía: es el complemento necesario y definitivo para las energías renovables. Una vez seamos capaces de almacenar las ingentes cantidades de energía que se pueden generar gracias a las fuentes renovables, el problema energético estará solucionado a nivel mundial.
3. La descentralización de la generación energética: energía al alcance de todos. Lo que significa un empoderamiento del consumidor y mayor eficiencia del sistema al reducir las pérdidas y las infraestructuras necesarias.

Los objetivos de esta transición son claves y estratégicos para cualquier país o región que la aborde:

– Reducir la dependencia energética del exterior
– Reducir los costes ambientales, generados como efectos del cambio climático
– Mejora de la calidad del aire y de los efectos sobre la salud en zonas urbanas
– Empoderamiento del ciudadano: consumir, generar, almacenar, compartir y vender electricidad
– Reducción de los costes sociales relacionados con la pobreza energética
– Reducción del coste de la energía

La transición energética se está planificando desde hace décadas. Las etapas iniciales de esta transición ocurrieron con la crisis económica de los 70: fuertes subidas del precio del crudo, la aparición del concepto del peak oil, según el cual la producción de petróleo alcanzaría un máximo a finales de siglo XX y después decaería inexorablemente (mientras las necesidades de energía aumentan) o la aparición con fuerza de las energías renovables a finales de siglo.

Los efectos cada vez más evidentes del cambio climático han llevado a una sensibilización del gran público, lo que ha acelerado el proceso de transición en los últimos años. Así, se podría considerar como el pistoletazo “oficial” de salida para la transición energética la Cumbre Climática de París (COP21) de 2016, en la que 195 países se adhirieron a un acuerdo global, de mínimos eso sí, para atajar el aumento de la temperatura global.

Los signos de cambio, especialmente en Europa, van apareciendo a una velocidad cada vez mayor y con una repercusión cada vez más potente. Tenemos los ejemplos de:

La Energiewende + Energie Paket alemana
La demanda energética alemana es 2,6 veces mayor que la de España. La potencia eléctrica instalada respecto a nuestro país, es 1,6 veces mayor. Todo ello hace que las emisiones de CO2 sean desproporcionales y necesiten un control energético más sostenible.

Así nacieron los objetivos de la Energiewende: 6 leyes que exigen entre otras cosas, suprimir la energía nuclear en el país de forma total para el año 2022, que para 2025 el 45% la energía sea producida por energías renovables, pasando a un 60% en 2035 y el 80% para 2050. Además de planear un uso eficiente de la electricidad en el país, reduciéndola en un 25% para el mismo 2050.

Winter Package de la Comisión Europea
La Winter Package es un Paquete de medidas propuestas por la Comisión Europea a los estados miembros, encaminadas a que Europa lidere la transición energética y ésta se convierta en un importante actor y vector económico. Se proponen cifras de eficiencia, reducción de emisiones e implantación de renovables para 2030. Sus 3 líneas principales son:
* Eficiencia primero
* Alcanzar el liderazgo en energías renovables
* Empoderar al consumidor

Normativas sobre usos de vehículos con combustibles fósiles y eléctricos
Después de la cumbre de París muchos países se pusieron manos a la obra para reducir emisiones provenientes del parque de vehículos diesel y gasolina. Noruega, con un 17% de vehículos eléctricos en su mercado, ha sido el país pionero en prohibir la venta a partir de 2025 de coches diesel o gasolina.

Le siguió Francia, donde su Ministro de Transición Energética afirmó que era cuestión de salud pública poner fin a comercialización de este tipo de vehículos. 2040 es el año marcado para Macron en la que su cuidad, París, se prohibirá la circulación de vehículos diesel en 2025. Inglaterra de la misma forma, aspira a prohibir la venta en 2040. Escocia en 2032.

Mientras, en España, ciudades como Barcelona se limitan a prohibir circular a los vehículos más contaminantes desde 2019 en el centro y cercanías, con el compromiso de reducir en un 30% las emisiones vinculadas al tráfico hasta la fecha marcada.

Giro en la política de fabricantes de vehículos
Si las principales ciudades europeas le están dando carpetazo a la contaminación atmosférica provocadas en parte por los vehículos y sus emisiones, era obvio que los fabricantes tenían que asumir parte de su responsabilidad –y más después del escándalo de Volkswagen-. Marcas como Volvo, Renault o Jaguar Land Rover ya se han comprometido a decir adiós a su motorización 100% diesel para pasar a fabricar motores híbridos o totalmente eléctricos.

Renault actualmente está dejando de producir paulatinamente sus unidades de pequeña gama (Twingo, Clio, Captur) en su versión diesel, llegando al punto que sólo estarán disponibles en sus modelos SUV o alta gama o bien en sus versiones micro-híbridos con motores térmicos diesel.

Volvo ha fabricado su propio motor híbrido-diesel destinado a la reducción de emisiones en toda su gama (Drive-E) que dará paso en 6 años a un propulsor híbrido-gasolina y eléctrico.

La noticia de la semana la daba Jaguar Land Rover junto con el lanzamiento de su primer vehículo con 0 emisiones (I-Pace): todos los modelos que fabrique a partir de 2020 serán eléctricos, híbridos eléctricos o híbridos.

Pactos a nivel nacional

Son muchos los gobiernos conscientes del papel que juegan en la transición energética. La concienciación tiene que ser ejemplar para el ciudadano, no sólo equipando los edificios públicos para sacar partido de las energías renovables y realizando consumos de forma eficiente por toda la ciudad. El pacto nacional para la transición energética en Cataluña es un buen ejemplo. El objetivo es claro: que la sociedad catalana sea una sociedad de baja intensidad de consumo de recursos materiales, energéticos y bajas emisiones de carbono.

Tecnología y Big Data
Un aspecto muy interesante de la transición energética será ver cómo va a interaccionar con la tecnología existente y en desarrollo: comunicaciones de banda ancha, IOT, Blockchain, Big Data,… . Tecnologías que ofrecen una interconexión total, transacciones económicas inmediatas y descentralizadas y gestión de la ingente cantidad de información que generará el nuevo concepto de sistema eléctrico.

En Cefiner, obviamente, apostamos intensamente por el nuevo modelo energético sostenible, democrático, lógico, inteligente, adaptado al siglo XXI y a la necesidad de asegurar un futuro a las nuevas generaciones.